sábado, 1 de enero de 2011

Y sí, como debía ser, empezó un nuevo año, el 2011. Casi siempre la gente llegado el momento de fin de año hace un balance de lo que fue el año que está llegando a su fin, yo no lo hice ésta vez. Aprovecho ahora para denotar que fue un buen año, que conllevó alguna que otra lágrima, que me dejó algunas veces desauciada sin saber qué hacer, pero valió la pena haberlo vivido. Cada año que pasa agradezco poder recibir uno nuevo, que la vida te dé la imaginaria oportunidad de dar vuelta una página y de empezar de nuevo, de poder remendar los errores y poder reanudar lo bueno que venía pasando con mayor entusiasmo.
Éste año me encuentra en un nuevo momento de mi vida, dejé atrás lo que me tenía acostumbrada, me mando al mundo de cabeza y sin ningún miedo, tengo muchas espectativas de lo que será y de lo que podrá ser. Con ganas de realizar deseos que vienen rondando en mi cabeza desde hace ya algún tiempo, tengo ganas de realmente ser yo. Espero que toda la gente que me acompañó éste 2010 que se fue, siga a mi lado cada día más firmes ante los inconvenientes, espero que lo malo que pasé quede atrás para no volver a vivirlo nunca más.

Éste año nuevo que empieza, me encuentra distinta, física, emocional y personalmente; la vida no es siempre igual y el mundo nos da cada 365 días, casi siempre, la oportunidad de comenzar una vez más; las mareas vuelven a sus respectivas orillas para que podamos caminar plácidos en las playas sin imprevistos. Cada quien maneja su propia marea para no encontrarse en algún tiempo ahogado, flotando a la deriva de las corrientes. Yo estoy bien asentada en mi orilla y espero estarlo para siempre, no quiero que me lleve la marea a donde quiera. Quiero enterrar mis pies en la arena y no moverme de donde quiera estar parada. Que el sol me ilumine cada día más naranja, más puro y más cálido. Quiero ir dejando en mi playa las huellas que demuestran que no me quedo quieta, que estoy en pleno movimiento seguro, que nada ni nadie puede moverme de mi camino, el que yo misma me trazo para sentirme realizada la próxima vez que me toque hacer un balance. Recibo ésta nueva chance con brazos abiertos, mente abierta y cuerpo expuesto, no me oculto, ya no más.

¡Feliz 2011!

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