sábado, 18 de septiembre de 2010

Quiero soñar

Me dejaste sin aliento, si te veo, la brisa no llega a mis pulmones, me dejas sin respiro. Si te veo, no puedo hablar, soy la musa de todos tus males. Utilizaste mi esencia en mi contra, cambiaste mi mundo a tu favor.

Pero ahora ya no nos conocemos, ya no podes leer mi mente, puse contraseña para mis sentimientos, ya no descifras mis señas.

Si te miro ¿Me entenderás?

¿Se sentirá igual el amor con vos?

Las preguntas que siempre quise realizarte, aún rondan en mi mente, todavía quiero conocerte…

Fuiste el producto más maravilloso de mi mente, fuiste.

Dejame bailar, quiero soñar.

Carolina Narvaja

Juntos podemos más

Alguien alguna vez dijo “el pueblo unido, jamás será vencido”

Yo opino que si juntamos las fuerzas de toda una familia, de todo un pueblo, de toda una sociedad, de todo un país, de todo un continente y de todo un mundo. Nadie jamás, ni el más poderoso, ni el más rico, ni el más malo podrán vencernos. ¿Qué es lo que hace que no podamos hacerlo? ¿Tanto nos diferenciamos? ¿O será que es una excusa? Yo creo que por una diferencia cultural, social, económica o racial no deberíamos dividir al mundo; es cierto que algunos tienen más que otros, pero ¿Por qué siempre el que tiene menos tiende al resentimiento? También es cierto que algunos creen en un Dios que ya pasó, otros en un Mesías que viene, y otros vaya uno a saber en qué, otros no creen en nada; ¿Eso es motivo para no poder ponernos de acuerdo? Muchos de nosotros confiamos en lo mismo, queremos lo mismo e incluso luchamos por lo mismo, pero siempre separados. Unámonos, seamos inteligentes. Juntos podemos más, siempre juntos vamos a poder más.

Carolina Narvaja

viernes, 17 de septiembre de 2010

Vos

Sus papilas gustativas todavía recuerdan el sabor.

En sus manos guarda el sudor.

En su espalda lleva cual mochila, las huellas dactilares.

En sus piernas guarda el temblor producto de ese placer tan ajeno y tan propio.

En sus oídos resuenan las palabras.

En su boca, saborea el sabor de él.

Las texturas del cuerpo de él, ella siente en cada terminación nerviosa del propio cuerpo.

En sus pies todavía siente cada paso que dieron.

Su mente todavía reflexiona el cambio que él hizo en ella.

Sus ojos lo ven, tan plácido y joven como el primer día que llamó a su puerta.

Su nariz todavía siente el olor de sus cuerpos encontrados.

Su pelo siente sus caricias.

Su ombligo busca al de él, sabiendo ya que está lejos.

Todo su cuerpo quiere acomodarse y volver a unirse al suyo.

Cada parte de ella, cada rincón de lo que hoy es un cuerpo solitario, cada interior que hoy lleva en sí, todavía lo sienten, todavía lo recuerdan.

Cada sensación que sentía a su lado, será eterna.

Todavía se estremece de tan sólo pensarlo.

Hoy ella no es más que un alma solitaria, aún en busca del amor que otro ser pueda darle. Hoy, ella quiere volver a sentir la misma pasión que sintió con él, pero hoy con otro. Ella no es extraña, hoy, el extraño es él.

Las imágenes se hacen cada vez más difusas y al mismo tiempo lúcidas en su mente.

El tiempo curó, hoy, ve con más precisión los restos de ese amor infantil y al mismo tiempo único.

El amor duró, lo que tuvo que durar, hoy no queda nada; hasta las cenizas de lo que fue ese amor, cada día vuelan más y más lejos de sus propias manos. Cada momento que pasa, se hace más invisible él en su mente.

Así y todo, su mente y su memoria lo recuerdan cada día, excusas por no poder tenerlo a su lado.

Realmente ella sabe que no era lo mejor, era sólo un ideal, el hombre que nunca habría soñado, sólo fue un sueño más, o así quiere verlo.

Hoy ella está sola, a la deriva, en busca de algún otro marinero valiente que sepa entender sus mañas, que pueda adaptarse a su mundo.

Sueña que ese humilde caballero aparecerá, y mientras tanto, malgasta sus días, escribiendo a un recuerdo que de seguro nunca leerá sus líneas, porque está ocupado, entregándose a otra mujer; mujer que quizá el día de mañana ocupe el lugar que ella hoy ocupa, lugar de soñadora.

Hasta tanto este hombre aparezca, ese que ella tanto espera, sólo se dedica a escribir, a soñar, a resentirlo. ¿Terminará su condena algún día? Será que este caballero, el que tanto la hizo sufrir, tiene en sí el poder de someter a toda damisela que se cruce en su camino, a luego de un fugaz amorío, un calvario.

Carolina Narvaja