martes, 30 de junio de 2009

Pabellón Séptimo


Me asfixio! ¡Dios! Pienso en mi cara, se está quemando, ahora, mi cara ¡Dios! Una explosión y los colchones se prenden fuego y nos quemamos vivos.
Quiero salir, quiero escapar, las puertas siguen encerrojadas. El pabellón en un segundo se nubló todo y ya no vemos nada más. Pruebo trepar hasta un ventanal buscando el aire y me balean fiero. Viejita, amor, hijas y amigas, buscan noticias en la puerta, ahí fuera.
Tiempo después, escucho aún el ruido de loco de los paloteros, buscan así baldosas flojas dónde escondemos tesoro y miserias ¡Pobrecito!... Pobre "el cebolla", no pudo más, se degolló por miedo. Nadie es capaz ¡No pueden borrar mis recuerdos! Nadie es capaz de matarte en mi alma.
¡Y así te dan! ¡Así te quiebran! Así te dan por culo allí sin más, por ésa vez la Vieja Cosechera vino por mí y no quiso besar mi vida.
Estoy herido, estoy quemado, voy en camilla por el Salaberry. Voy a tratar de hacer conducta aquí para rajar antes que mis pulmones.
Si va a pasar algo conmigo quiero que sea en libertad ¡Allá afuera! ¡Y nada más! ¡Irme y nada más! No quiero ver más gruesa del llavero, ni mirar la pared si el pasarela grita para tapar los quejidos y lamentos ¡Ya nunca más! ¡Ya nunca más! ¡Y nunca ya voy a olvidarte, Pablo, nunca!

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