Todos sabemos que fue un verano descalzo y rubio que arrastraba entre los pies gotas claras de mar oscuro. En el pecho dos médanos eternos y en los ojos un cielo transparente que brillaba tras del sol serena y furiosamente.
Quizás sepa que tenía una eterna compañera que reía y se entregaba desnuda sobre la arena. Que volaba cuando estaba en algún sueño para despertarse dentro de su dueño, al que le daba su amor hermosa y salvajemente.
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